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Congreso “Indisciplines” 2019: unas reflexiones en caliente

Indisciplines” ha acabado hace menos de una hora. Tres días muy intensos dedicados a la investigación artística, en la Universidad de Barcelona y en la Escola Superior de Música de Catalunya, que me dejan muchas reflexiones. Algunas son de ámbito más privado. Otras tiene sentido compartirlas por aquí. Así que, antes de que la adrenalina vaya bajando, me pongo a escribir, agradecido a Jeffrey Swartz y a todas las demás personas que han hecho posible este encuentro. Reflexiones sueltas, sin tanta conexión una con otra.

Cuando te enfrentas a lo que se está haciendo en los ámbitos de las artes visuales, la primera sensación que tengo es que en el mundo musical llevamos dos siglos de retraso. Luego me lo pienso mejor y no, no es tanto. Un siglo y medio solamente. Mejor ser preciso, incluso cuando sabes que estás generalizando injustamente. Injustamente porque es cierto que hay gente (poca, ¿eh?) que intenta salir de su nicho.

Me gusta ver cuántas veces se han mencionado, durante estos tres días, marcos teóricos y posicionamientos feministas muy militantes: propuestas incómodas que asumen que estamos en guerra contra el patriarcado y el machismo dominante.

Cuán estimulante es encontrarnos con quien hace cosas mejores que las tuyas. Lo he pensado mucho, especialmente ante la gente del laboratorio de flamenco del Institut del Teatre que ha cerrado el segundo día (Juan Carlos Lérida y Salvador S. Sánchéz, ¡qué grandes sois, por favor!).

Me encanta lo que hace Martí Ruiz Carulla con el legado de los hermanos Baschet. Y no sólo porque son fascinantes las realidades sonoras y las experiencias que acaban existiendo gracias a él, sino porque lo suyo no es divulgación: es política. Es política a través de prácticas performativas accesibles a cualquier persona, incluidos colectivos con diversidad funcional y/o edades de lo más diverso, y es política a la hora de destapar las resistencias de las instituciones a cualquier replanteamiento de jerarquías ya establecidas.

No se me van de la cabeza las “muchas formas de abrir un cuadrado” de Ione Sagasti. Quiero verlo en persona, algún día, El Cuadrado. Y que me ayude a saber qué hacer con los tantos diferentes cuadrados que nos rodean y que tantas veces no sabemos cómo interpretar.

Nunca antes, en un congreso, me había parecido importante el CÓMO se presenta lo que se presenta. No sé si es un signo de los tiempos, si es parte de mi transformación personal o si esto ha sido especialmente evidente en este “Indisciplines 2019” porque había tanta presencia de personas procedentes del mundo de las Bellas Artes y el Diseño. Probablemente un poco de todo esto. La cuestión es que éste es uno de los aspectos que más me ha impactado. No hablo sólo de las cosas más obvias, como la importancia del tono de voz (y hemos tenido de todo, en este sentido, desde lo más atractivo a lo más soporífero) o la dificultad de encontrar un equilibrio entre castellano, catalán e inglés ante la crónica debilidad del conocimiento de este último idioma en España y la legítima voluntad de buscar alternativas al pensamiento dominante. Hablo también de cuán importante y complejo es ofrecer a un auditorio tan variado los elementos adecuados para involucrar a todo el mundo y hacer comprender las especificidades de nuestra investigación. Pero por encima de todo pienso aquí en algo tan tangible como el uso del soporte visual mientras hablamos. ¿Realmente necesitamos el Power Point? ¿No se nos ocurre como alternativa nada mejor que ese sucedáneo que es Prezi? (Y lo digo yo, que uso Power Point constantemente). Porque aquí hemos tenido al menos dos casos interesantísimos, en este sentido. Àger Pérez Casanovas y Meritxell Caralt, en los 10 primeros minutos de su presentación, han creado uno de los momentos más fascinantes (en mi opinión y en la de otras personas) de todo el congreso, y lo han hecho SIN imágenes, poniendo una base musical en directo a un posicionamiento filosófico que, presentado de esa manera, se convertía en algo totalmente diferente de lo que habría sido si sólo hubiéramos escuchado una voz. Y Paula Bruna convirtió su paseo por las múltiples propuestas de su proyecto “El Plantoceno” en una experiencia formidable gracias a una estrategia de presentación metodológicamente interesantísima, capaz de saltarse el monopolio Microsoft sin recurrir a ningún software alternativo, sino con una simple cámara portátil que proyectaba lo que sucedía en su mesa. Algo así como una versión webcam hipermejorada del antiguo proyector de transparencias. El caso es que lo que veíamos, en ese proceso tan mediado por la tecnología pero tan casero a la vez, eran esencialmente sus manos disponiendo unos papeles impresos: papeles que perfectamente habrían podido ser las diapositivas de un Power Point, y que sin embargo se convertían de ese modo en algo vivo, frágil y fascinante. Un espectáculo en sí mismo. Aunque el proyecto de Paula Bruna (que es la imagen de este post, cómo no) es maravilloso en CUALQUIER sentido. Investigación artística de un alcance estratosférico. El día que acabe su tesis doctoral, voy a disfrutar de lo lindo en ver cómo escribe acerca de lo que hace.

En este congreso ha habido poca, poquísima participación del alumnado y del profesorado de la ESMUC. Bien por quienes fueron. Pero… ¿y el resto? Ya sabemos que es complicado compatibilizar estos congresos con otras actividades. Sin embargo, creo francamente que si la ESMUC quiere poder presumir de centro activamente vocado en la investigación artística tenemos que pasar a la acción, siendo concientes de cuánto nos queda por hacer. Ojalá este congreso sea un punto de inflexión. Hay mucho que ajustar en el compromiso de esta escuela con la investigación artística, y muchos intereses en contra, pero tenemos en este momento una dirección comprometida con ello, y esto es bueno. Tendremos que estar -todo el mundo, y me incluyo- a la altura de las circunstancias

En música hemos crecido creyendo que al gran debate sobre el sentido de lo que hacíamos vertía en torno a la decimonónica dicotomía entre el “arte por el arte” y el “arte para la vida”. Pero estos días se ha citado una y otra vez otra forma muy perversa (e indudablemente muy actual) de romper este panorama diádico: el “arte por el currículum”, generado por las presiones de la academia por acreditaciones, oposiciones, financiación de proyectos etc.

No sorprende, a estas alturas, pero no puedo evitar de que me choque, una y otra vez, la asimetría entre lo interesante que puede ser una introducción hablada y lo decepcionante la posterior puesta en práctica. Es ya un clásico, en el ámbito de la investigación artística. Deberíamos hacérnoslo mirar, realmente.

La voluntad de que la investigación artística contribuya a cambiar el mundo ha aparecido por doquier, desde la conferencia inaugural hasta la conclusiva, pasando por docenas de presentaciones sobre los temas más diversos. Ha aparecido por doquier… menos en todo lo que ha tenido que ver con la música clásica (la “clásica” en su más amplio sentido, desde la más antigua a la contemporánea). Esto es muy serio y necesita una reflexión urgente a gran escala.

Último punto, muy relacionado, eso sí, con el anterior. Las resistencias endogámicas al cambio las ves en la música, las ves en el teatro, las ves en las bellas artes y las ves en cualquier otro ámbito. Pero la música tiene un problema añadido, cuando hablamos de investigación artística. Un doble problema, de hecho. En la gente de Bellas Artes ves que la estructura universitaria está ya en sus mentes, porque en España llevan décadas en la universidad, con lo bueno y lo malo que conlleva. Mi percepción es que ahí ya no necesitas reflexionar tanto acerca de lo que ES y lo que NO ES “investigación” (tal vez tuve suerte, de todos modos, porque una última conversación, tras acabar el congreso, me demostró que las resistencias a los nuevos paradigmas hacen estragos también ahí). Y sin duda en el mundo del teatro, la danza y las artes escénicas en general, aunque el marco universitario llegue ahora también en su caso, sí los años 60 pasaron por esos mundos. Y los 70, y los 80. Nadie se imaginaría pensando el teatro o la danza como si NO hubieran existido Grotowski, The Living Theatre o Pina Bausch. La música clásica, en cambio, está pensando la interpretación exactamente como si estuviéramos en los años 50, con muy pocas afortunadas excepciones. Y esto crea un panorama de total desconcierto ante los retos de la investigación artística. En este congreso se ha visto perfectamente. Tengo mucha suerte en tener tanto contacto con algunas de las personas que ven claro este problema, y están intentando construir caminos de futuro, en Aveiro y también en la Esmuc. Pero no estoy seguro de que seamos conscientes de cuánto nos queda.

Ahora a descansar. O a tocar, en mi caso. Tocar diferente: diferente, entre otras cosas, de cómo habría tocado si no hubiera pasado estos tres días en este congreso. Literalmente.

Sowing

This is a very, very special photo for me. Emilia Fadini and Laia Martín, one next to another. You can not see me, because I was 600 km away, but at the same time I’m there, 100%. From Emilia Fadini, today still very bright at 89 years old, a thousand things emerged in my life. In those distant years 80, my passion for questioning about the music I did found in her and her courses a path that led from then, solidly, to look at the treaties (even more than the instruments) the answers to the questions that arose when observing the scores. Thanks to her I discovered the clavichord, I heard for the first time the names of Santa María, Diruta, and many others whose existence I know that many of my readers have discovered in my books, and I began to live in first person an intimate way of sharing music whose values had nothing to do with the ones that were being proposed to me, in those same years, in the conservatory classes.

This week, at 20th FIMTE – International Festival of Spanish Keyboard Music, so brilliantly organised by Luisa Morales, Emilia has shared the FIMTE Symposium with Laia Martin, who from that lineage is, in many ways, the continuation. Without me being seen, in this picture I am in the middle. As the current teacher of one and the old student of another, seeing them together gives me a wonderful feeling. Without what I saw in those Emilia classes, I doubt that Laia would even know who I am, nor would I be orienting her doctoral thesis at the University of Aveiro, nor would she, most likely, have been in Mojácar this week. And that is the meaning of that peculiar sowing that is teaching. Teaching and also writing, which allows you to share with many people what you consider important even away from your physical presence, in a process that often ends in a future whose trajectories move far, out of sight. But when these trajectories intersect, as has happened these days in the FIMTE, even without having been there, happiness is very deep.

Oblivious to the 9th

I have just emerged from the performance of Beethoven’s 9th by the OBC, the Barcelona Symphony and Catalonia National Orchestra, which programmed this week’s event to include a bold staging design in the hands of a company with a strange name, one I’d heard in glowing reports from other shows: the Agrupación Señor Serrano.

They probably are great at doing other things, but I found this 9th horrendous, to put it frankly. The orchestra fulfilled its role. The choir (the splendid Orfeó Català) was magnificent. Perhaps some of the soloists could have been better. But it is impossible to view a production of this kind as anything but a whole, and there was no way to make sense of that whole.

You know I don’t like to speak ill of what I haven’t liked, so in such cases I usually keep my mouth shut and let it go (yes, well, there are also times when I don’t respond because I haven’t got time, so don’t go thinking that if I haven’t written about a concert or a CD you’ve given me that it must be because I don’t like it!). In this case, though, I think voicing some thoughts is warranted.

The principal idea, which the project had already announced in writing, was not bad: read this very “European” work as a reflection on Europe. The idea of a garden as a metaphor for the common European project, collectively watered and tended (1st movement); the struggles and clouds that darken it (2nd movement); the nostalgia and consideration of the many things we’ve botched (3rd movement); and a road full of hope towards the future, one built on affection, caring, and hugs (4th movement). Fantastic up to this point.

But hang on: in this all you actually see is plenty of goodwill. The reality, minute by minute, bar after bar, is that there was no relation with the music’s unravelling. No dramatic crescendo (precisely in this work!), no relation between what we hear and what we see (an old and common problem in many operatic staging ideas too). Spectacular—in its absurdity— was the entrance of the theme of the fourth movement, following the recitative: an entrance that went completely unnoticed, lacking even a brushstroke in the staging direction. But this was the tip of the iceberg. In neither the entrance of the “Turkish” variation or the a cappella variation was there any attempt at all to capitalise on these moments by having them coincide with something. Huh?! As if there, in the music, nothing significant happens!

Then there’s the ideological drift. Europe is going bad because we have “let the weeds grow” and haven’t known how to put up the right “fences”. But exactly this, mind (and take note: as if weeds growing in a garden can be avoided by fencing; little do I know about gardening but I think I grasp this much)! Yep, boldly essentialist and ethnicist, straight up. So, there it is, something that can even be seen as a revealing metaphor of the kind of Europe that some really desire: a fenced-off garden, managed from above, and in which we are the plants at the mercy of our lords and masters.

And not one nod to the internal problems, to the hierarchies between states, to what happened in Greece, to the inability to manage Mediterranean conflicts. Not one wink! A few well-known faces (Merkel, Lagarde, y other local figures), all in a directionless succession in which you could find Napoleon, Hitler, Casals, Freud, or Delacroix’s La liberté guidant le peuple. One brief flash, indeed, of Putin, and in another a keyboard with Cyrillic letters. ¿What’s this about? Are we to blame Europe’s problems, then, on the Russians? Well I never would have guessed!

And so, the biggest booing I have ever heard at Barcelona’s L’Auditori. I imagine that what may have most upset many spectators will have been all the explicit phallic images and the salaciousness of the couple scenes in the final minutes. This struck me as nothing more than gratuitous. But for one reason or another, I know this entire spectacle, in all its parts, just did not make sense. I prefer not to know how much public money was spent on it.

The difficulty is that, given its fatuity, the only sensible response was to boo it, which is what many of us did (though clearly wanting to distinguish the music from the staging, because the former was worthy in all ways), and this booing lumps you in with those who would have joined in the catcalls out of distaste for anything that doesn’t conform to the “usual”. But honestly, this is NOT the reason here. And it makes me doubly uneasy because the one time money is invested in something different, programming such a horror show instead of something truly valid and sound makes it more difficult next time the chance arises to be daring.

What a great shame! Truly. And a magnificent reminder that we have to be very, very dexterous when we try something different. People who know me also know how open I am to innovation, and in recent times I actively engage in this as a creative artist. But not anything goes, because there are many different ways to get across ideas within music, especially when words and staging can be used. Yet so often it is banality that rules, and this makes life so much more difficult for those of us who have things to say that do not fit in traditional channels.

Finally, our PhD call!

Finally, the call for our doctoral programme at the University of Aveiro was published! Applications until August 3.

On October 11, we will start classes. Any brave in the room willing to challenge? #Doctorate #Aveiro #SóloParaValientes

https://www.ua.pt/research/PageEdict.aspx?g=9&a=0
https://acesso.ua.pt/upload/editais/e_3955.pdf