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John Williams en un mundo que cambia

Empieza el año y Bachtrack acaba de publicar, como cada mes de enero, sus estadísticas anuales sobre la programación de música clásica durante el año anterior (2019, por tanto). Se trata de un informe que, por su propia naturaleza, no registra toda la música clásica que se hace en el mundo, sino únicamente la que está amparada por las instituciones de mayor prestigio (un total de poco más de 20.000 conciertos y 15.000 representaciones escénicas, que parece mucho pero es muy poco, según se mire). El caso es que en un ámbito como el nuestro, en el que el imaginario colectivo está tan dominado por el bombardeo diario y la tendencia a fijarnos en unos pocos nombres, las estadísticas son interesantes, y hay varias observaciones que me surgen inmediatas.

COMPOSITORES VIVOS (legítima y tristemente en masculino: en el top 10 no hay NI UNA mujer). Por primera vez en 9 años, Arvo Pärt no es el compositor vivo más interpretado (y aquí me permito un suspiro de alivio; quien me conoce sabe cuán poco me fascina su música). Pero mucho más interesante es que quien lo ha adelantado es nada menos que… John Williams. Lo que no sería sorprendente si se consideraran la proyección de películas, las grabaciones discográficas y los videojuegos. Pero no: aquí se calculan únicamente los espectáculos en vivo. Es cierto que el cómputo se realiza según el número de obras interpretadas, y en esto Williams sale ganando porque las suyas son breves y en un concierto monográfico le pueden caben fácilmente una docena. Aun así, el dato impacta. Tanto es así que no puedo evitar leer tras ese relevo en la cabeza uno de esos momentos en los que los números (y el dinero) te obligan a asumir que estamos asistiendo a un cambio cultural colosal. Como cuando Johann Strauss II empezó a facturar más que Wagner y Brahms juntos. Y es cuando te das cuenta que el panorama está cambiando, te guste o no. Ante el avance de Strauss & co. la “música clásica” se cerró en banda, y durante un tiempo armó un edificio conceptual tremendo para intentar desacreditar esos valses y esas operetas. Pero esta vez dudo que el futuro vaya en esa dirección. Más bien creo que la frontera, si se está desplazando, lo está haciendo de una forma totalmente diferente. Ante Williams no estamos creando una barrera: lo estamos invitando a entrar (aunque muchas instituciones lo hagan a regañadientes y sólo por el público que aporta y los ingresos que eso conlleva). Lo estamos incorporado a nuestras filas, empezando a tratarlo como a uno de los nuestros. De aquí a unos días dirigirá la Filarmónica de Viena, para entendernos, y lo hará con su música, cómo no. No olvidemos lo que significa eso. Williams es a las bandas sonoras lo que Strauss fue a la música de baile del siglo XIX: no la inventó él, pero los números con él cambiaron, y con ello cambió el panorama conceptual. Y con Williams, como fue con Strauss, ese panorama se vuelve otro también porque con él cambian las formas, y en particular la forma de dialogar con la tradición clásica, con los referentes de la “alta cultura”. Va a ser interesante el futuro, en este sentido. No lo dudo.

Ahora bien, el de Williams no es el único dato de este informe que me ha llamado la atención. A continuación, algunas reflexiones sobre otros puntos.

MÚSICA CONTEMPORÁNEA en general. Sigue habiendo poca, es cierto. Pero no en cualquier lugar por igual. En Estados Unidos el 24% de los conciertos clásicos incluyen música de personas todavía en vida. Y en la mayoría de países analizados se ha programado más este año que el año pasado. En otros se han ingualado los números. Sólo en un país ha habido menos música contemporánea este año que el año pasado, y da que pensar: España. Ahora bien, francamente no sé si alegrarme o qué, cuando veo qué nombres aparecen en la lista de los más programados (aplaudiendo, eso sí, que la etiqueta “música contemporánea” sea aplicada de forma literal: “de nuestro tiempo“, y por tanto no escrita por personas ya fallecidas), porque si ésta es la música actual que se programa, francamente, yo soy de los que no van (con contadas excepciones, es cierto, y con mi adorado Williams que es un caso aparte, aunque incluso a él yo lo prefiero en el cine o en Spotify).

EL CANON GERMÁNICO. Aquí todo sigue igual. 8 de los 10 compositores más programados tenían el alemán como lengua de referencia (no digo como “lengua materna” por no entrar en el debate de si lo que hablaban Brahms o Haydn en sus respectivas casas se puede definir alemán o no, que ni es éste el lugar ni sabría argumentarlo con la debida precisión). El caso es que todo sigue muy centrado ahí, y por supuesto en los siglos XVIII y XIX. Las únicas excepciones geográficas (Chopin y Tchaikovsky) desde luego no desequilibran la balanza. Ni siquiera Debussy, Prokofiev o Shostakovich consiguen colarse ni en el top 10 de los compositores ni en el top 10 de las obras más interpretadas. Me llama la atención que se programe más la 2ª de Brahms que la 5ª y la 9ª de Beethoven, eso sí.

INTÉRPRETES. No me sorprende, por supuesto, pero entre los nombres más programados lo que ves es más diversidad étnica y generacional que diversidad en las propuestas interpretativas. Quienes realmente están proponiendo algo diferente (realmente diferente) no están ahí. Ni siquiera Patricia Kopatchinskaja, ni Teodor Currentzis y MusicAeterna, ni la Aurora Orchestra, ni menos aun Francesco Tristano o Josep Colom, por supuesto. Si el canon compositivo es complejo de mover, el canon interpretativo lo es aun más, por lo visto.

MUJERES. El panorama sigue siendo muy triste. Los avances están ahí: 13 de las 50 personas vivas cuya música se ha interpretado más en las instituciones analizadas eran mujeres. Y hay 8 directoras de orquesta entre los 100 nombres más programados. Pero incluso entre las figuras de la interpretación que han sido más programadas las mujeres siguen siendo muy pocas. Yuja Wang encabeza la lista dedicada al piano, pero es la única en el top 10; una sola cellista, tres violinistas. Queda mucho, mucho por hacer.

Insisto: hablamos de instituciones de referencia. Lo que no quiere decir necesariamente que estos números serían los mismos si los comparáramos con estadísticas más amplias, que abarcaran otras áreas geográficas y contemplaran otras instituciones. Seguro no son los mismos allá donde se programa con valentía y amplitud de miras, como es el caso de la Fundación March, en Madrid, y también en otros lugares. Pero me temo que de aquí a un año no habrá cambiado mucho la cosa, más que ver a Beethoven monopolizar el top 10 de las obras más interpretadas. No sé si es lo que necesitamos. Sí sé por experiencia que es complicado cambiar las cosas.

Sólo toca seguir y no desfallecer. Y para ello no hay nada mejor que intentar comprender las cosas que sí cambian, a menudo ante nuestros propios ojos. Como esas estadísticas que hoy encumbran a John Williams como compositor de “música clásica”. Porque en eso Bachtrack (“The Classical Music Website”, según su propio lema) es explícito: se trata de sus “Classical Music Statistics 2019”. Unas estadísticas basadas precisamente en programaciones de países donde tantas energías se han volcado en explicar que la música clásica era una cosa, y la música cinematográfica, otra (inferior, por supuesto: la de veces que he oído eso cuando estudiaba composición en el conservatorio…). En este mundo en constante cambio, intentar entender cómo van rediseñándose esas categorías puede ser un ejercicio muy sano. Aunque nos saque de nuestra zona de comfort. O quizás sea sano precisamente por ello: porque nos obliga a ponernos en movimiento.

 

40 questions

In December 2017 I answered the Musikeon version of the so-called Proust Questionnaire. It was a nice way to talk about very different things, from tigers and archeology to Borges and Star Wars. Here are the questions and my answers.

 

  1. An adjective that best defines your character? Enthusiastic. This, at least, is what they say about me.
  2. What quality do you most appreciate in a person? The passion they put into what they do is what I love.
  3. What do you expect from your friends? That they should want to get across the passion they feel for what they do.
  4. You couldn’t live without…Having projects ahead that no one else has conceived in the same way.
  5. Your main fault? Unpunctuality.
  6. Your ideal of happiness? That what I do for pleasure brings joy to others and helps make their lives richer.
  7. What would be your greatest tragedy? Losing one my children.
  8. As a boy, what did you want to be? As a very small boy, nothing in particular. Later, an archeologist.
  9. And now, if you weren’t a musician, what would you like to be? An archeologist, exactly, although today my interests would have a far more anthropological focus than what I imagined when I was young. And for a while now I can also see myself as an astrophysicist: looking at the sky, dreaming about outer space, and knowing what to ask it. I could give my life over to that.
  10. Your favourite colour? I tend to like the variants of more common colours when they verge towards others: vermillion, turquoise, lime green.
  11. Your favourite animal? Felines, in general, and the tiger in particular. But I like to look at animals, not touch them: I don’t need too much physical interaction with them, as opposed to how I feel about people.
  12. Your favourite city? One in which I don’t have to live my whole life and which will keep me surprised day after day. If I have to choose from those I know, and for widely different reasons, I would say New York, Singapore, Rio de Janeiro, Paris, Cairo, and Barcelona.
  13. Your ideal landscape? Waking up in the Dolomites, preferably in a spot I have never visited.
  14. What place do you dream of visiting one day? Outer space. Literally: to see the earth from outside and without gravity.
  15. What place would you always go back to if you could? A great many. To begin with, a certain unforgettable landscape: my beloved Dolomites, of course, but also Lake Pichola in Udaipur, the summit of Pão de Açúcar, the Yellowstone Park geysers, an infinite number of spots in Iceland, Elephantine Island with the desert just behind it looking from the shores of the Nile in Aswan. Then, always, the Library of Congress. And to the arms of Silvia, my partner (it sounds a bit corny but it’s a fact).
  16. Three musicians without whom the world would be worse off? ¿Three who are alive? Frederic Rzewski, Brad Mehldau, David Ortolá.
  17. A work of music you never tire of hearing? It depends on what era and, very much so, on the performance and recording. Over recent weeks, Schumann Violin Concerto as played by Patricia Kopatchinskaja.
  18. A special song for you (and don’t say why)? “Abendstern” by Schubert.
  19. A musical instrument (not your own)? Alto Flute.
  20. A writer and a book? Jorge Luis Borges. “Ocean Sea” by Alessandro Baricco.
  21. A painter and a painting? Claude Monet. “Study after Velazquez’s portrait of Pope Innocent X” by Francis Bacon.
  22. A film. “Moulin Rouge” by Baz Luhrmann.
  23. A sport. Hiking.
  24. Car, bike, or public transport? Car or public transport, depending on the place and the quality of the transport.
  25. Favourite food and drink? My mama’s home-made sweet tortellini, and fresh mango juice (and fresh fruit juices in general)…but separately, of course!
  26. Do you cook regularly? Yes.
  27. What name do you like the most? Gaia. If I’d had a daughter I’d like her to have been called this.
  28. What is the habit of others you most detest? Belittling someone, on a small or grand scale, especially when it is an expression of scorn based on difference.
  29. What defect do you most easily tolerate? Mine, firstly: unpunctuality.
  30. Your fictional hero or heroine? Yoda.
  31. Your real-life hero or heroine? People like Oscar Camps (the founder of the NGO Proactiva Open Arms) who sacrifices everything to do what he believes in. And his family, who support him.
  32. In which city do you imagine yourself living? Many. The important thing for me is with whom and doing what. If I have to choose one, then it’s New York. At least for a while.
  33. Would you have like to have lived in another era? No. I’d just like my era to better than it is.
  34. What musical event would you have liked to be present at? The December 22 concert in 1808 in the Theater an der Wien, the day Beethoven premiered his 5th and 6th Symphonies, improvised and played a version of his 4th Concerto that I believe was unthinkably different to how we imagine this work today. But I would like to be at that concert not as a Viennese person from 1808 but being what I am today, a musician and musicologist of the 21st century. To be able to compare those performances with all that we have done later with those scores, that would be quite amazing!
  35. Which musician from the past would you have liked to know? Those whose personal qualities fascinate me and at the same time leave me questioning before which I would like to have an idea of my own. Beatriz de Dia, for example, or Josquin Desprez. And also Barbara Strozzi, and no doubt Haydn, who seems to me the most sympathetic guy of all Western music. Maria Szymanowska and Louise Farrenc. Brahms, without a doubt. And then, already entering the twentieth century, Cowell and Hindemith.
  36. 24 hours with…? Many people, known to me and not. Among those I know, perhaps Krystian Zimerman. Among those I don’t, at this moment in time, Lita Cabellut.
  37. What musician of the past would you have liked to know? Many. But, above all, I would like to know people whose existence at this moment I am ignorant of. There are people whose names and music don’t even reach us. Silvia and I, for example, met Ustad Niyaz Khan in Jodhpur, India, in 2005; what we saw and experienced there, in the antithesis of the star system, is the type of experience I would like to repeat above all else.
  38. How would you like to die? With the feeling of having done everything I wanted to do. Something that undoubtedly will not occur because my projects grow with the years in both number and size.
  39. What is your current state of mind, right now? Determined and looking forward to the year that awaits me.
  40. ¿Do you have a motto or a favourite saying? “The more you know, the closer you are to magic”. The actor José Sacristán said that in one of the most beautiful scenes of a film I am infinitely fond of, “Un lugar en el mundo” (“A Place in the World”, 1992) directed by Adolfo Aristarain.